Raul Brozovich, poeta cusqueño

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Location: Cusco, Cusco, Peru

Escritor, promotor cultural, artista plástico e ingeniero químico, dedicado a la creación y producción cerámica. Ha publicado obras sobre temas de cultura, poesía, historia, química y geometría.Web:www.kutiry.org, email:jgutierrezsamanez@yahoo.com.

Sunday, April 23, 2006

SOBRE LA MUERTE DE RAUL BROZOVICH

Carta de AUGUSTO DELGADO OBANDO

Ta qué mala onda,

Yo sí conocí al Brozo, en la biblioteca de la u y en su jato de Q'eshwa Street.
No sé qué habrá sido de su vidaurre desde que me quité de la universidad, pero tengo 3 momentos memorables suyos metidos en mi existencia, ya que andaba siempre junto a los trotskos poetastros de la biblioteca, lo sentía bastante afín pero no en cuestiones ideológicas sino en su actitud diogenésica (¿existe el término?) ante la vida:
estamos en la flamante biblioteca de la UNSAAC, con el chino Carlos Velásquez, Nilo Tomaylla (poetazo él, choncayla, chupaylla) y creo q Timoshenko más, recorriendo entre los estantes de literatura. El chino saca un libro mamotrético de Carlos Fuentes (terra nostra), mamotrético por lo voluminoso no por el contenido, que nunca lo leí. Lo alza con una actitud reverencial, casi con unción religiosa hacia, supongo, su lectura favorita y dijo algo como que este libro es lo máximo, et cetera. El Brozo, con su sonrisa cachosa, y una voz algo cansada dice algo así como, puta leer semejante huevada, debe ser como perder un pedazo de tu existencia. Jajajá Brozo genial cultísimo en tu irreverencia, sentí una corriente de afinidad a su onda y como que me veía reflejado en él.
Brozo alucina, quiere montar una obra de teatro, el Calígula de Camus, él se computa el romano, y aparece en la primera escena, tras levantarse el telón calato mirando a la luna llena y recitando las primeras líneas de su monólogo. Nunca se hizo y se me quedó la pica de ser ese Calígula dirigido por el Brozo que no pudo serlo. Luego me muestra sus dibujos y pinturas y me cuenta la complicada historia de una bellísima mujer, hija de los Picasso de Ica a los que les hizo la ofensa de embarazarla y producir una bellísima hija de ojos violetas, quien, por su puesto, nunca vino al Cusco a conocer a los amigos menores del Brozo, a quienes éste hablada de sus lecturas de la poesía traducida al castellano de Bob Dylan, y que le sorprendía que yo las conociera en inglés, como canciones y música sin cualidades para separar la una de la otra.
Servidor inusitadamente acaba de sufrir una severa decepción amorosa que lo tiene al borde de la irracionalidad, la vista nublada, las rodillas temblando, va saliendo de Perayoq, quiere tirarse bajo las ruedas de un enatru pero los muy malditos solamente van por la otra pista, de bajada y no hay fuerzas para cruzar la avenida de la "cultura". En eso en el paradero de este lado surge Brozo sonriente, saluda y pregunta cómo te va qué tal tu vida; servidor le dice que acaba de sufrir una terrible decepción amorosa y le consulta a Brozo qué hacer. Brozo mira al vacío sin perder esa su sonrisa cachacienta (¿o era así su cara?) y dice "mira hermano, no sé, como no sea ahogarse en alcohol no veo otra salida, ah aquí está mi carro, nos vemos", se sube a un bus de los plomos y se va hacia su destino, servidor cree encontrar la solución, para un taxi se va a la choppería de plateros y se dedica a chupar durante quince días seguidos sin parar, con la complicidad de la amiga que atendía en el establecimiento mencionado.
Ahora que lo veo, el Brozo tenía la misma edad que mi viejo, pero parecía de la mía, jajaja, y pensándolo bien, creo que duró mucho más de lo que creía.

Salud Brozo, lírico, épico camarada marginal

Sunday, April 16, 2006

Falleció poeta cusqueño Raúl Brozovich

SE FUE EN ABRIL
RAUL BROZOVICH, EN EL RECUERDO

Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez.


Con mucho dolor recibimos la noticia del fallecimiento del poeta Raúl Brózovich Mendoza (Cusco,1928); último representante de una generación de artistas contestatarios, revolucionarios y bohemios, que hicieron del arte todo un apostolado.
Poeta por antonomasia, amigo entrañable pleno de entusiasmo, aún, en sus últimos días caminaba tocando puertas y corazones con el deseo de publicar una revista cultural en la que participarían las principales voces de la literatura y el pensamiento de esta parte de América, sin importarle la mala voluntad de los burócratas apoltronados en su mediocre reino de falsedades y que siempre le dieron largas o le tiraron las puertas en la cara; Raúl caminaba con paso lento, pausado, fumando, a veces, un cigarrito; aunque los vicios ya los había dejado para las nuevas hornadas de poetas en ciernes.
Pensativo, taciturno, con el alma llena de pensamientos positivos no desperdiciaba un momento para trasmitirnos sus ideas, sus ideales, sus experiencias, abriendo y mostrando las heridas sangrantes de su alma; como un ser que adivinaba el próximo fin de sus días, sin temor, sin exaltación; como un guerrero viejo acostumbrado al paisaje de la muerte, con la seguridad de la eternidad de sus cantos, sus poemas y la fuerza descomunal de sus metáforas, sean estás surrealistas, vanguardistas, nerudianas, vallejianas, que en el alambique de su alma se destilaron como licor o elíxir de inmortalidad.
De enorme personalidad poética, humilde, modesto, simple como un niño; lejos de él la auto-alabanza de los pobres diablos, los narcisistas y egolátricos, que con poemitas de sonido de hojalata y brillos falsos de oropel se llamaban a sí mismos: “poetas”.
“Brozo” era único, siempre se salía por la tangente, sin poder reprimir sus instintos rebeldes, desesperaba a quienes le hacían “homenajes en vida”, burlándose del afán filisteo de los que querían hacerlo morir en olor de santidad, que el despreciaba. Admirador de los poetas malditos, él mismo, con su intransigencia díscola y burlona, era uno de aquellos redivivo entre nosotros.
Desapegado de las banalidades de este mundo materialista e hipócrita, vivía en su poesía, en sus pinturas expresionistas hechas al carbón y crayola de cera, las cerámicas que decoró y grabó en mi taller, las veces en que me cupo el enorme placer de compartir las soleadas horas del trabajo artesano, siempre charlando, recordando anécdotas, de sus viajes, de sus frustradas empresas quijotescas, fue aquella vez que me hizo un reportaje bellísimo sobre mi pasión por el barro cocido y vidriado. En el taller, Raúl hacía sus modelos pensando en que podrían ser replicados por jóvenes pobres o campesinos para ganarse el sustento. Él, que vivía en una pobreza franciscana, obsequiaba lo que tenía en la mano: un libro, una herramienta, un poema, un consejo sabio. Tranquilo, sereno, como un apóstol, olvidado por sí mismo, abandonado por el mundo ¿gozó, acaso de la seguridad de una pensión “decente” por su trabajo en la universidad? Quizá la alegría más grande que tuvo fue cuando sus compañeros de trabajo le publicaron su último libro, “Los Versos del Gran Capitán”. Por que como gran capitán lo admiramos y lo tuvimos en la más alta estima.
Seguramente, su entierro convocará a “connotadas personalidades”, jefes de instituciones “culturales”; hablarán de él hasta los que no lo conocieron, harán la exégesis de su obra justamente los que lo detestaban, por lo de siempre: por artista irreductible y rebelde, por comunista o, algo peor que eso, por ser subversivo y maestro en el arte de la subversión del espíritu.
Los que lo amamos por su grandeza, los obreros de su “Fábrica de sueños” que apenas reprimimos unas lágrimas viriles, seguiremos orando con sus poemas diciendo:
“Nosotros ingenieros del alma somos una/ Fábrica de sueños, / Energía – una locomotora del entusiasmo, nosotros / Queremos que la novia – poesía,/ sea algo así/ como un manifiesto saludable, repartida como el polen…/ hacia los 8 vientos de la patria”.

Raúl, gracias por enseñarnos a transitar sin miedo en el arduo camino a la inmortalidad.
Ahora que ya debes estar en el Olimpo, disfrutando con la aristocracia del talento, sería insulso llorar por tu partida

www.kutiry.org